(Observación: Las citas de El príncipe fueron tomadas de una edición en español)
Ante la pregunta sobre cómo un príncipe que conquista un Estado puede mantener su legitimidad, Maquiavelo en su obra El príncipe nos dice que cuando existe una tradición asentada, no existiría ninguna dificultad para sostener dicha legitimidad: “Me parece que es más fácil conservar un Estado hereditario, acostumbrado a una dinastía, que uno nuevo, ya que basta con no alterar el orden establecido por los príncipes anteriores y contemporizar después con los cambios que puedan producirse” (5). Así, lo difícil entonces sería sostener la legitimidad sobre un Estado cuando se produce un cambio de régimen.
En ese sentido, si pensamos que la legitimidad y el poder que tiene un Estado sobre una sociedad se asienta en la tradición, me hace pensar en la relación que tiene esto con el artículo Why facts don’t change our mind, de Elizabeth Kolbert. Si uno se pregunta, ¿por qué ganó la presidencia de Estados Unidos un hombre como Donald Trump? Resulta inevitable pensar en esta idea de tradición y continuidad que representa un hombre como él. Desde el slogan de su campaña ‘Make America Great Again” hay una resonancia con lo que presenta Maquiavelo en su texto: asentarse en el poder a partir de una tradición que permite una legitimidad más fácil, que aparenta una continuidad entre sus espectadores.
En el artículo de Kolbert, existen las mismas preguntas de por qué, conociendo los ‘hechos’, las personas no cambian de opinión: “The tendency people have to embrace information that suppports their beleifs and reject information that contradicts them”. Así, las personas, creyendo que saben más de lo que realmente saben, justifican políticas o conductas que, en relación a lo que hablábamos la semana pasada, se salen de lo que se consideraría como parte del sentido común.
Sin embargo, existe una audiencia que sigue apoyando a un sujeto como Donald Trump, el que en su imaginario, representa la continuación de una tradición, de algo que se había perdido o que estaba a punto de perderse. Lo mismo reconoce en su artículo de opinión Charles M. Blow: “I think it is a mistake to believe that Trump’s supporters don’t see his lying or corruption. They do. But, to them, it is all part of the show and the lore.”. No podemos pensar que los seguidores de este ‘príncipe/folk’ no se dan cuenta de lo que pasa, en efecto lo saben, pero una cosa es efectivamente saberlo y otra es querer, uno: aceptarlo, dos: querer que suceda un cambio. Aunque desde la oposición se intente demostrar lo contrario: “Providing people with accurate information doesn’t seem to help; they simply discount it” (Kolbert), en lo concreto, parece un tarea prácticamente inútil.